Ya sólo nos resta avanzar unos pasos más. En frente vemos un bello calvario renacentista situado sobre el altar que santifica la ubicación del monumental osario gótico que ocupa el subsuelo de esta parte de la claustra. A nuestra derecha, vamos a volver a los orígenes del santuario, recorriendo el exterior de los ábsides románicos en lo que supone el final del pasadizo perimetral.
Retrocedemos otra vez a los últimos años del siglo XI. A los albores del románico pleno en Navarra. El maestro constructor se esfuerza por ofrecer en los tres tambores semicilíndricos una elaborada articulación, tanto vertical como horizontal. Vemos impostas de tacos, enmarques elaborados en las ventanas o los contrafuertes del tambor central y capiteles decorados. De nuevo, todo parece remitir a Jaca como modelo de los alzados y Leire como principio planimétrico.

La sensación que obtenemos al pasear por la galería es extraña. Los ábsides quedan completamente encerrados entre muros perimetrales erigidos durante el siglo XIV. Su monumentalidad aumenta. Es bueno fijarse en los detalles. Por ejemplo, bajo el encuentro del ábside central con los laterales, asoman sendos breves tramos de muro más antiguo, que dibujaría un cierre recto. Estamos ante el único resto visible de la iglesia prerrománica que definió el primer santuario cristiano. Las excavaciones del interior, realizadas durante la última restauración, confirmaron sus características planimétricas.
Unos pasos más hacia el sur y llegaremos al final del pasaje perimetral. Cuidado con el escalón que nos permita alcanzar, de nuevo, la plazuela sur del conjunto. Vuestra visita al santuario de Santa María de Ujué ha terminado. Esperamos que hayas disfrutado tanto como nosotros ofreciéndote esta guía. Ahora te queda pasear por el callejero medieval de nuestro pueblo, con sus casas de piedra y puntos de vista pintorescos. Muchas gracias por tu visita.